EL RETRATO OVAL
RESUMEN
Esta Historia empieza destacando, al principio y hasta el terminar la historia, una reflexión sobre el arte, una reflexión sobre el amor y la creencia en objetos mágicos que siempre han fascinado a la imaginación de los hombres.
Este relato narra la historia de un hombre herido que pasa la noche en un castillo abandonado recientemente.
El castillo era suntuoso y estaba decorado con hermosos tapices y cuadros, además de que contaba con una cantidad enorme de habitaciones también bellamente decoradas y llenas de cuadros modernos, religiosos y demás.
El hombre toma un pequeño libro que encuentra debajo de la almohada en el que hay una breve descripción de los cuadros y las obras de arte.
Se fija en un retrato oval de una joven que estaba pintado en un retrato de medio cuerpo, da muchas características del cuadro y confiesa que este llama la atención en cada momento que trata de no pensarlo, y procede a leer su historia.
Ella era una virgen de singular hermosura que se enamoró de un pintor, el cual era de carácter apasionado, estudioso y austero.
El pintor le hizo un retrato, de forma que todos los días ella tenía que subir a su torre para ser pintada durante horas.
Nos habla que el pintor se perdió en una inspiración tan grande que llego a descuidar a gran grado a su nueva esposa.
El tiempo pasaba y la joven se iba marchitando.
Tanto es así, que el retrato concluye cuando el pintor da los últimos retoques al cuadro, este está maravillado con la obra, pues ahora podría ver a su amada todos los días en ese retrato que le llevo tanto tiempo diciendo:
Ciertamente este cuadro, es la vida misma-, pero al voltear a mostrar a su musa el cuadro por fin terminado se lleva una gran sorpresa y sombre que lo llena de terror pues al volverse hacia su amada. ¡Estaba muerta!
ANÁLISIS
ESTRUCTURA INTERNA
Tipo de cuento: Pertenece al género literario, los cuentos de Edgar Allan Poe suelen tratar temas relacionados con la muerte
Tipo de Narrador: El narrador esta en primera persona en la primera mitad del libro, y en epistolar debido a que la segunda mitad hace referencia a lo que está escrito en un libro
Argumento: Nos cuenta la historia de un hombre herido y su sirviente, que se adentran a un castillo recientemente abandonado, en el hombre el retrato de una mujer, por lo cual decide leer de un libro la historia que está detrás del retrato.
Trama: El cuento se desarrolla de manera lineal y con un único final
Personajes: Según el método de Vladimir Propp:
Protagonista: El hombre herido, el pintor, la mujer.
Auxiliar: El sirviente del hombre herido.
Antagonista: la ambición y locura del pintor.
Ambiente:
Físico o geográfico: el cuento se desarrolla dentro de una habitación pequeña, con un decorado rico pero antiguo, dentro de una torre en un castillo recientemente abandonado.
Moral o emotivo: se da un ambiente de soledad, y tranquilidad debido a que el hombre está solo, y se resalta la pasión y el amor por la pintura que demuestra el pintor.
Tiempo: El cuento está escrito en un tiempo objetivo, el orden de la historia se da en orden cronológico
"durante largas semanas, en la sombría y alta habitación de la torre..."
"y trabajaba noche y día para trasladar al lienzo la imagen de la que tanto amaba, la cual de día en día tornábase más débil y desanimada."
"Y cuando muchas semanas hubieron transcurrido"
ESTRUCTURA EXTERNA
Inicio
El castillo en el cual mi criado se le había ocurrido penetrar a la fuerza en vez de permitirme, malhadadamente herido como estaba, de pasar una noche al ras, era uno de esos edificios mezcla de grandeza y de melancolía que durante tanto tiempo levantaron sus altivas frentes en medio de los Apeninos, tanto en la realidad como en la imaginación de Mistress Radcliffe. Según toda apariencia, el castillo había sido recientemente abandonado, aunque temporariamente. Nos instalamos en una de las habitaciones más pequeñas y menos suntuosamente amuebladas. Estaba situada en una torre aislada del resto del edificio. Su decorado era rico, pero antiguo y sumamente deteriorado. Los muros estaban cubiertos de tapicerías y adornados con numerosos trofeos heráldicos de toda clase, y de ellos pendían un número verdaderamente prodigioso de pinturas modernas, ricas de estilo, encerradas en sendos marcos dorados, de gusto arabesco. Me produjeron profundo interés, y quizá mi incipiente delirio fue la causa, aquellos cuadros colgados no solamente en las paredes principales, sino también en una porción de rincones que la arquitectura caprichosa del castillo hacía inevitable; hice a Pedro cerrar los pesados postigos del salón, pues ya era hora avanzada, encender un gran candelabro de muchos brazos colocado al lado de mi cabecera, y abrir completamente las cortinas de negro terciopelo, guarnecidas de festones, que rodeaban el lecho. Quíselo así para poder, al menos, si no reconciliaba el sueño, distraerme alternativamente entre la contemplación de estas pinturas y la lectura de un pequeño volumen que había encontrado sobre la almohada, en que se criticaban y analizaban.
Nudo:
Leí largo tiempo; contemplé las pinturas religiosas devotamente; las horas huyeron, rápidas y silenciosas, y llegó la media noche. La posición del candelabro me molestaba, y extendiendo la mano con dificultad para no turbar el sueño de mi criado, lo coloqué de modo que arrojase la luz de lleno sobre el libro.
Pero este movimiento produjo un efecto completamente inesperado. La luz de sus numerosas bujías dio de pleno en un nicho del salón que una de las columnas del lecho había hasta entonces cubierto con una sombra profunda. Vi envuelto en viva luz un cuadro que hasta entonces no advirtiera. Era el retrato de una joven ya formada, casi mujer. Lo contemplé rápidamente y cerré los ojos. ¿Por qué? No me lo expliqué al principio; pero, en tanto que mis ojos permanecieron cerrados, analicé rápidamente el motivo que me los hacía cerrar. Era un movimiento involuntario para ganar tiempo y recapacitar, para asegurarme de que mi vista no me había engañado, para calmar y preparar mi espíritu a una contemplación más fría y más serena. Al cabo de algunos momentos, miré de nuevo el lienzo fijamente.
No era posible dudar, aun cuando lo hubiese querido; porque el primer rayo de luz al caer sobre el lienzo, había desvanecido el estupor delirante de que mis sentidos se hallaban poseídos, haciéndome volver repentinamente a la realidad de la vida.
Climax
El cuadro representaba, como ya he dicho, a una joven. se trataba sencillamente de un retrato de medio cuerpo, todo en este estilo que se llama, en lenguaje técnico, estilo de viñeta; había en él mucho de la manera de pintar de Sully en sus cabezas favoritas. Los brazos, el seno y las puntas de sus radiantes cabellos, pendíanse en la sombra vaga, pero profunda, que servía de fondo a la imagen. El marco era oval, magníficamente dorado, y de un bello estilo morisco. Tal vez no fuese ni la ejecución de la obra, ni la excepcional belleza de su fisonomía lo que me impresionó tan repentina y profundamente. No podía creer que mi imaginación, al salir de su delirio, hubiese tomado la cabeza por la de una persona viva. Empero, los detalles del dibujo, el estilo de viñeta y el aspecto del marco, no me permitieron dudar ni un solo instante. Abismado en estas reflexiones, permanecí una hora entera con los ojos fijos en el retrato. Aquella inexplicable expresión de realidad y vida que al principio me hiciera estremecer, acabó por subyugarme. Lleno de terror y respeto, volví el candelabro a su primera posición, y habiendo así apartado de mi vista la causa de mi profunda agitación, me apoderé ansiosamente del volumen que contenía la historia y descripción de los cuadros. Busqué inmediatamente el número correspondiente al que marcaba el retrato oval, y leí la extraña y singular historia siguiente:
"Era una joven de peregrina belleza, tan graciosa como amable, que en mal hora amó al pintor y se desposó con él. Él tenía un carácter apasionado, estudioso y austero, y había puesto en el arte sus amores; ella, joven, de rarísima belleza, toda luz y sonrisas, con la alegría de un cervatillo, amándolo todo, no odiando más que el arte, que era su rival, no temiendo más que la paleta, los pinceles y demás instrumentos importunos que le arrebataban el amor de su adorado. Terrible impresión causó a la dama oír al pintor hablar del deseo de retratarla. Mas era humilde y sumisa, y sentóse pacientemente, durante largas semanas, en la sombría y alta habitación de la torre, donde la luz se filtraba sobre el pálido lienzo solamente por el cielo raso. El artista cifraba su gloria en su obra, que avanzaba de hora en hora, de día en día. Y era un hombre vehemente, extraño, pensativo y que se perdía en mil ensueños; tanto que no veía que la luz que penetraba tan lúgubremente en esta torre aislada secaba la salud y los encantos de su mujer, que se consumía para todos excepto para él. Ella, no obstante, sonreía más y más, porque veía que el pintor, que disfrutaba de gran fama, experimentaba un vivo y ardiente placer en su tarea, y trabajaba noche y día para trasladar al lienzo la imagen de la que tanto amaba, la cual de día en día tornábase más débil y desanimada. Y, en verdad, los que contemplaban el retrato, comentaban en voz baja su semejanza maravillosa, prueba palpable del genio del pintor, y del profundo amor que su modelo le inspiraba. Pero, al fin, cuando el trabajo tocaba a su término, no se permitió a nadie entrar en la torre; porque el pintor había llegado a enloquecer por el ardor con que tomaba su trabajo, y levantaba los ojos rara vez del lienzo, ni aun para mirar el rostro de su esposa. Y no podía ver que los colores que extendía sobre el lienzo borrábanse de las mejillas de la que tenía sentada a su lado.
Desenlace:
Y cuando muchas semanas hubieron transcurrido, y no restaba por hacer más que una cosa muy pequeña, sólo dar un toque sobre la boca y otro sobre los ojos, el alma de la dama palpitó aún, como la llama de una lámpara que está próxima a extinguirse. Y entonces el pintor dio los toques, y durante un instante quedó en éxtasis ante el trabajo que había ejecutado. Pero un minuto después, estremeciéndose, palideció intensamente herido por el terror, y gritó con voz terrible: "¡En verdad, esta es la vida misma!" Se volvió bruscamente para mirar a su bien amada: ¡Estaba muerta!".
CRÍTICA LITERARIA DEL CUENTO
Es un cuento escrito por el escritor, poeta, crítico Edgar Allan Poe, nació en Boston, Estados Unidos el 19 de enero de 1809, y murió el 7 de octubre de 1849 en Baltimore, el cuento fue escrito en 1842, con el título original de "La vida y la muerte" uno de sus cuento más cortos tomando no más de dos hojas de largo, en el cuento el escritor norteamericano nos hace reflexionar sobre el amor hacia el arte, la ambición por buscar la forma perfecta de expresar el amor, sin importar que la muerte se interponga, el escritor pudo a verse inspirado al hacer este cuento corto, con la fotografía envuelta en un pequeño marco oval de su madre fallecida que siempre lleva con sigo, al tener una vida tan dura, con padres que murieron cuando era un niño un familia que lo adopto y desheredo, una esposa joven que vio morir de tuberculosis, y una entra rápida al mundo del alcohol, definieron y marcaron su personalidad y con esto su modo de escribir y expresar sus obras, al relacionarlas con la muerte la tragedia y el sufrimiento, El retrato oval es su cuento más corto dentro de todos los relatos cortos, los cuales fue de los primeros escritores en introducirlos al país, un cuento muy concreto con objetivos y temas claros, como el amor el odio y la pasión por el arte, hacen que este cuento como muchos otros que él a escrito den fama a su nombre.
BIOGRAFÍA DEL AUTOR
EDGAR ALLAN POE nació en Boston, Estados Unidos, 19 de enero de 1809, fue un escritor, poeta crítico y periodista romántico estadounidense, generalmente reconocido como uno de los maestros universales del relato corto, del cual fue uno de los primeros practicantes en su país. Fue renovador de la novela gótica, recordado especialmente por sus cuentos de terror. Considerado el inventor del relato detectivesco, contribuyó asimismo con varias obras al género emergente de la ciencia-ficción. Por otra parte, fue el primer escritor estadounidense de renombre que intentó hacer de la escritura su modus vivendi, lo que tuvo para él lamentables consecuencias.
Fue bautizado como Edgar Poe en Boston, Massachusetts, y sus padres murieron cuando era niño. Fue recogido por un matrimonio adinerado de Richmond, Virginia, Francés y John Allan, aunque nunca fue adoptado oficialmente. Pasó un curso académico en la Universidad de Virginia y posteriormente se enroló, también por breve tiempo, en el ejército. Sus relaciones con los Allan se rompieron en esa época, debido a las continuas desavenencias con su padrastro, quien a menudo desoyó sus peticiones de ayuda y acabó desheredándolo. Su carrera literaria se inició con un libro de poemas, Tamerlane and Other Poems (1827).
Por motivos económicos, pronto dirigió sus esfuerzos a la prosa, escribiendo relatos y crítica literaria para algunos periódicos de la época; llegó a adquirir cierta notoriedad por su estilo cáustico y elegante. Debido a su trabajo, vivió en varias ciudades: Baltimore, Filadelfia y Nueva York. En Baltimore, en 1835, contrajo matrimonio con su prima Virginia Clemm, que contaba a la sazón trece años de edad. En enero de 1845, publicó un poema que le haría célebre: "El cuervo". Su mujer murió de tuberculosis dos años más tarde. El gran sueño del escritor, editar su propio periódico (que iba a llamarse The Stylus), nunca se cumplió.
Murió el 7 de octubre de 1849, en la ciudad de Baltimore, cuando contaba apenas cuarenta años de edad. La causa exacta de su muerte nunca fue aclarada. Se atribuyó al alcohol, a congestión cerebral, cólera, drogas, fallo cardíaco, rabia, suicidio, tuberculosis y otras causas.
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