EL ZORRO DE ARRIBA Y EL ZORRO DE ABAJO
Biografía:
Nació en Andahuaylas en 1911. Su madre falleció en 1914. En 1917, su padre se casa por segunda vez; por su trabajo, éste viaja a distintos pueblos, dejando a José María con su madrastra y con Pablo Pacheco, su hermanastro, prototipo del gamonal cruel, prejuicioso, abusivo y racista. Como era además exhibicionista y sádico, obligó a Arguedas a presenciar sus abusos sexuales y lo relegó a la posición de sirviente, rol que sólo abandonaba cuando llegaba su padre…su refugio y amparo fueron los sirvientes, quienes le daban consuelo. En 1932 fallece su padre; un año antes había ingresado a estudiar a la UNMSM.
En 1937 sufrió un año de prisión por su militancia antifascista. El proceso cubano, la guerra de Vietnam y el gobierno de Velasco fueron motivo para determinar y tomar posiciones que muchas veces resultaron controversiales. En gran parte de su narrativa son revelados los sucesos traumáticos que iniciaron sus dolencias; frente a un mundo lleno de los goces de la naturaleza y la música, ritos y costumbres, existen repetidas escenas de violación, de agresión y de injusticia. Sufre de fuertes depresiones cíclicas y finalmente se suicida.
Trascendencia del autor:
Las más substanciales fueron su narrativa andina y sus ensayos sobre folklore, etnología, antropología y cultura indigenista.
Conflictos sociales, culturales y políticos se reflejan en su obra.
ANALISIS DE LA OBRA
Tema principal de la obra:
El conflicto que representa el pasar del Ande a la cultura urbana y también, pone prueba la existencia del mundo andino.
Estructura de la obra:
Maestría en el manejo de las acciones en la estructuración de los hechos y en la descripción de caracteres.
Argumento de la obra
En esta obra, el sexo aparece como manifestaciones repelentes, representando lo más sucio de la sociedad chimbotanas. Las confecciones del narrador, que están allí expresadas con toda lucidez, la ternura y la desazón de la que un hombre en el límite de su existencia es capaz, son presentadas como las del autor mismo, cuya muerte termina convirtiéndose en testimonio final y que atraviesa el principio y fin de la novela.
Los personajes de la novela están sometidos a una doble amenaza: Por un lado, el ingreso avasallador de la modernidad que se instala en un tranquilo y pacífico puerto pesquero bajo la especie de una enorme industria que atrae a los pobladores del Ande y los obliga a participar en nuevo sistema productivo (la pesca marítima y la industria de la harina de pescado) que implica no sólo un violento y traumático cambio de valores, sino también un proceso acelerado de adaptación que en muchos casos es asumido como un reto en medio de las confusas reglas de sobrevivencia que impone el capitalismo dependiente. De otro lado, el suicidio de Arguedas. Si los personajes podían morir devorados por la maquinaria de un sistema social impuesto por distancias no demasiado visibles, también podían morir si no seguían siendo escritos. La continuidad vital de los personajes tenía que ser garantizada de algún modo, aun a despecho de la muerte física del autor. En el “¿Último diario?”, cuando la decisión del suicidio está tomada, el narrador-personaje lamenta que su muerte no le permita seguir registrando los sucesos que conforman su materia narrativa: “…muchos hervores quedarán enterrados”, es decir, no narrados.
Desde que es enunciado en la primera línea, el suicidio queda convertido también en “literatura”. De este modo, su muerte pertenecerá, con el mismo derecho que su vida, a la ficción novelística a la que le da sentido; por eso proyecta imaginariamente la vida posible a sus personajes.
Los personajes y el lenguaje de la obra:
Al ser zorro de arriba, el personaje de Diego participa de un sistema de conocimientos donde los sentidos, y en particular el olfato, juegan roles comunicativos no del todo desvinculados de la sensualidad natural; le permite a Diego significa a un pescador que labora en un medio tan deshumanizante como la fábrica.
Por otro lado, el personaje de Ángel Rincón es un aculturado enajenante y enajenado. Detrás de su imagen de criollo pequeño burgués que se esfuerza por disimular su condición de mestizo y provinciano (cajamarquino de nacimiento, limeño de crianza), se encuentra lleno de contradicciones; el zorro de abajo es capaz de sentir sobre el escritorio un “aroma de polen, a viento con aire de flores silvestres serranas”.
Es evidente que las palabras empleadas por el zorro de abajo no fueron muy eficaces para satisfacer la curiosidad del zorro de arriba, pues no pertenecían al universo comunal andino. No encontramos pues, ante una confrontación entre el lenguaje “mítico” que es reclamado en virtud de su eficacia narrativa frente a las confusiones producidas por el lenguaje “moderno”.
Comentario Personal:
En esta obra, la palabra es aquella que puede transmitir las sensaciones de la experiencia, que no proviene de la “cultura literaria” tal como se la entiende en términos académicos, sino con la valoración de un lenguaje capaz de representar de manera transparente las sensaciones de la experiencia vital. A Arguedas no parece importarle el hecho de que la narrativa participe de las técnicas literarias más sofisticadas de su tiempo, sino que la palabra todavía conserve una relación motivada con la naturaleza.
Escribir sobre la realidad social-político-cultural de Chimbote de los años sesenta supone la constante confrontación y lucha, sobre todo si se tiene en cuenta que se está utilizando el lenguaje del poder. El castellano “mal hablado” por interferencia quechua, funciona en algunos personajes como un estigma que estorba el ascenso social y en otros como un poderoso desestabilizador del proceso alienatorio de dominación a través del lenguaje.
Arguedas es producto de una época y de las circunstancias familiares, culturales, sociales y políticas que lo rodearon, pero es también resultado de la actitud de una parte de la interculturalidad peruana que no supo reconocer en ese momento, la verdadera dimensión de su obra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario